jueves, 28 de diciembre de 2006

Cerebroso Universo (o más bien, Universo cerebral)

Lento... Suave... Letal...

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El Universo es infinito

dicen los sabiondos racionales con anteojos de polenta
y como tal es inabarcable
sostienen sus frígidas secretarias
Mientras miran hacia arriba
y pisotean las flores


Ellos buscan desenmarañar la trama más complicada
y, apuntando con sus dedos alfanuméricos hacia lo alto,
olvidan que son tan vastos
como cualquier langosta

Ahora bien:
¿Existe algo comparable a la grandeza de la danza cósmica?


¿Dónde más se puede hallar infinitud?



¿Qué es el cerebro? ¿Qué es la mente?
¿No son acaso infinitud?
O sea... -----> todos tenemos algo de infinitud en nosotros
Todos somos finitos en vibraciones estratificadas
pero guardamos dentro la llave de lo inabarcable, del Misterio de los Misterios...

cerebro= universo

Tons, ¿no es tonto catalogar estrellas en carpetas aburridas y anorgásmicas? ¿En archivos sin pasión? ¿No es ridículo contabilizar neuronas como hormigas? ¿Convendría, quizás, interpretar el todo como una serie de múltiples fenómenos rotativos?

Quién pueda responder, estará un paso más cerca de la vacuidad y el trascender...

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miércoles, 13 de diciembre de 2006

Mirame

Mirame. Una vez más. Tal como me miraste hace instantes. Dale. Quiero ver esos ojos encendidos de ternura y asombro de nuevo. Acá estoy, desarmame.

(...)

¡Gracias!
¡Me constituiste como hermoso!
Dale, de nuevo.
¿Qué te cuesta? Nada. No perdés nada.
Nada.

Dejame susurrarte libélulas al oído.
Quiero llevarte al más obtuso rincón
para desplegarte las alas de sanguijuelas
y enseñarte mis horrores.

Gigantes apoalípticos se escabullen tras tus ojos negros.
Pero te quedás.
Y yo me voy.
Nunca.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Soledad que se confronta contra Soledad

Pesa, pesa y sangra amapolas por el camino
Sufre, sufre pero ironiza sobre sí misma
hasta acallar los versos contradictorios
de sus rincones inhóspitos
Ríe, ríe, y pareciera ser escalera
a la que, de pronto, todo le apasiona

Conflictiva,
delirante,
estupendamente delirante
(más que el vino dionisíaco)

A veces sepultada bajo hojas grises
y otras radiante y espontánea como las tormentas
Se ancla en los Otros
para evitar cuestionarse demasiado
fagocita costumbres espejadas
y si se siente demasiado empalagada,
se revuelve contra sí misma
(no apto para cardíacos)
Disfruta del amanecer tanto como de un mate
aunque a veces se agrieta
y se queda sola
haciéndole honor a su nombre maldito...

Hoy, tiene la mayoría de edad
y ya se sabe libre
para cantar con las espinacas
o a lo mejor sólo arrastrar los pies y el alma
hasta las puertas de su amado alcohol
que todo lo puede y nada lo recuerda...
¡Peligro! Un año más de vida y de esperanzado desencanto...
Las ambivalencias surgen a cada instante si se habla de ella...
Soledad. Bienvenida al Planeta Tierra.

Fábula de una tarde en que buscaba el Origen...

¿?

Movimiento autónomo: cuando me quedo quieto, todo se mueve.

En la obviedad de los pájaros verdes que cruzan el cielo de mi pax infinita

puedo encontrar cierta huella de Amor.



A través de los enredos de los cabellos del viento

(y si uno mira bien)

se halla la morada de las gotas de Luz

esas minúsculas y efímeras ánimas

que dan el soplo de vida a todo lo que se (con)mueve



Cuando las nubes flotan entre las comisuras de mis lunares

y cuando las hojas levitan en el vacío de los atardeceres

creo saberlo todo.

A veces, en algunas noches heladas y patinosas,

percibo los espíritus negados por la razón

y creo escuchar sus suspiros en medio del mar.

Difícil es no temer; difícil es no fascinarse

Y a veces, sólo a veces, mil gorriones de mil colores

revolotean entre mis sienes

para despertarme al verdadero Ser



Al fin y al cabo ¡todo es textura!

Superficies que se revuelven contra la nada

la temerosa nada

y se recrean y se inventan entre ellas y se re inventan más y más hasta llegar a la epítome de lo absurdo...

La nada es el Origen.



Por eso amo febrilmente

tanto a las mariposas como a los pozos

a las libélulas y al toro

sin intensidad (eso se reserva para ciertas ninfas)

pero sin prejuicios


¡ser y no ser se confunden!

Sólo la palabra arbitra

y orbita entre ellos...

viernes, 1 de diciembre de 2006

La tricotomía amorosa

A veces no sé qué es el tiempo, ni el por qué de la mediocridad de las gaviotas. A veces, como en estos días, amanezco con los ojos en la nuca.
Hace tiempo que me estoy dedicando a mirar hacia atrás. Así es, me animé a volver sobre mis propios pasos para descubrir en qué senderos me había enredado.

Este fue un año vertiginoso:
mundanza, adaptación, risas, convivencia,
nuevos amigos, nuevos conocimientos académicos, ¡crac! mental, explosión de dicotomías,
frustraciones actorales,
salidas a todo alcohol,
conflictos conmigo mismo, aprendizaje de mí mismo,
maduración e independencia, libertad, ¡hermosa! hermosa libertad,
meditación, suavidad y debilidad, nuevos movimientos,
técnicas milenarias que enriquecen mi ser día a día,
¡nueva vida incipiente! todo un futuro vibrante,
soledades de a ratos...
dependencia a los billetes...
y a las palabras...

¡Nunca dejé de aprender! ¡Y todavía me falta tanto!

Pero si hubo algo que recuerdo con la gracia que amerita, es el trigrama femenino que me contuvo: La Que Se Fué A Las Estrellas, La Que Me Dijo Que No, Y La Que Tuve Que Dejar...

La Que Se Fue A Las Estrellas
fue el puntapié que me sacudió la herrumbre de las cosas que no se olvidan, la que me tomó de la mano y me arrastró hacia los castillos de cristal que sólo ella conocía...

La Que Me Dijo Que No
derritió mis pies, alimentó fantasías que tuvieron que morir ente mis entrañas dolorosamente... maldita implosión emotiva...

La Que Tuve Que Dejar late en la lejanía, susurra silencios y no llora, se somete al mandato de las vocales y consonantes... pobre cantimplora...

Riendo con las ocasiones infecto- contagiosas, celebro este tri-evento, este yang yin yang que viví como si fuera Verdad Revelada... ¡¡¡Gracias vida!!!

martes, 28 de noviembre de 2006

La cotidaneidad yuxtapuesta (que se vuelve paranoia)


Una pava.
Una pava pava.
Una pava que es pava.
Una pava que rompe el aire con sus chillidos infernales
pero, a cambio, asegura infusiones ideales para los estudiantes.
Una pava que desafía el tiempo y el espacio kantianos
y emerge arriba de la madera almidonada
creando realidades inverosímiles
y horizontes impensados
para romper con las viejas nociones de orden y status.
Detrás de cada hoja que cae al suelo del entendimiento, hay un mate que croa en la distancia episcopal de las sardinas azucaradas.
Estallan, entonces, las pretensiones gritonas de los sargentos
y aparecen, tímida y guturalmente,
las propuestas de los locos...
Al fin y al cabo,
¿qué es una pava?
¿Cuándo se puede decir que una pava es pava, y cuando deja ya de serlo?
Los pingüinos, ¿cómo calientan el agua para mate?
¿Puede una pava subsistir arriba de una mesa? ¿No se cae al abismo del absurdo?
¿Por qué pava y no pavo? ¿Son todas mujeres las pavas?
¿Son pavas todas las mujeres? ¿No hay hombres pavos?
¿Se puede hervir un pavo en una pava? ¿Tiene que ser pavo real?
¿No sería una amenaza a la fauna hervir pavos reales en pavas?
¿Las pavas son asesinas de pavos? ¿Por qué Greenpeace no dice nada al respecto?
¿Hay una conspiración de las pavas? ¿Tienen influencia en los principales parlamentos de los principales países del mundo?
Tengo miedo.
No sé cuánto me quede de vida ahora que indagué en el entranado complot pavístico.
Quizás alguno de ustedes me delate, y salten agentes del Orden ante mí para matarme...
No hay que meterse con las pavas.
No hay que pavear tanto.

domingo, 26 de noviembre de 2006

Belleza


Hollywood no tiene nada que decir: puede venir con sus aparatosas imágenes de amaneceres artificiales, montañas de hule o cielos hechos en estudios metálicos y hojaldrados, pero a mí no me puede revelar belleza alguna.
Podrán poner en juego hasta la última de las artimañas de racionalidad instrumental, buscarán relllenar cada poro, cada hálito de cambio emergente desde el fondo de los pesares de los poetas, y se indignarán con la locura de las acacias solitarias que se masturban en la arena y no beben de la maquinaria anestesiante; pero la palabra encuentra su propio límite: yo encontré la belleza en el jardín de mi casa.
O sea, nadie vino y me dijo: esto es belleza nito, mirá y aprendé. En realidad, yo iba caminando por un sendero de hormigas, intentando socializar con ellas para ver si me revelaban el secreto de la fabricación de la ambrosía, cuando de pronto mi sexto chakra percibió esta bella flor que hoy tengo entre mis pliegues neuronales: brotada de la tierra, humedecida por el cielo y admirada por mí, simple mosquito parlante.
A veces, en la costura de las siestas, palpitan formas mucho más complacientes al ojo y al alma que las trilladas explosiones transmitidas en cadena, y murmuran gotitas de agua que pueden más que la omnipotencia de los jerarcas eclesiásticos.
Es así como lo débil vence, es así como lo pequeño se hace grande.
Y es así como lo verdadero brota de la tierra y no de la intimidación discursiva.
Belleza. Toda en frente de nuestras propias narices. Y nosotros, cegados por el impacto de los afiches publicitarios, sin poder verla...

domingo, 12 de noviembre de 2006

La desintegración

"La vida es una cárcel con las puertas abiertas
Verónica escribió en la pared
con la tripa revuelta..."
Andrés Calamaro



Montaña arriba
Tierra abajo
(el I Ching no miente)

el pasado se vuelve futuro
el futuro se vuelve pasado

ya no somos dos
ya no nos reconocemos en absoluto al indagarnos
ya no reímos como antes
ya no sufrimos como antes
no como en aquellos ayeres


ya no nos sabemos
como existencia lejana
que de vez en cuando golpeaba los vidrios de nuestras pupilas
en una lluvia onírica y estrepitosa

cae la tierra hacia el abismo de tus ojos enfurecidos
cede la montaña ante su propio peso...
así es como muere nuestra historia
así es como nace el olvido

y yo, por primera vez, sin nada más que decir
mirando el suelo cobardemente, esperando que mi garganta

invente plumíferas objeciones...
pero nada hay que hacer: ya no estamos juntos

murieron los murmullos de tus costados siderales
se ahogaron las mariposas que acariciaban los árboles dorados
de nuestro jardín del Edén

todo vuelve al principio

vos sabes más que nadie
que nada es perfecto
es tiempo de que asumas
que la felicidad perpetua no existe
todo tiene su contracara
sabiduría es soportar las dos miradas

Ya no hay nada que me sostenga del otro lado
no hay ecos en el otro lado de la colina


¿Por qué?
¿Por qué así?
¿Por qué a vos?
¿Por qué a mí?

Adiós, amor
Bienvenida, soledad...

martes, 7 de noviembre de 2006

Partió hacia las estrellas

Te fuiste como te fuiste
Para descansar serena bajo los árboles abismales
Y jugar con las mariposas, con tus ojos eléctricos

Y yo, impávido ante las vueltas de la vida
atormentado por las penurias
y los recuerdos de tu calor matutino

Esperando un timbre colgado de elefantes
o que me des una caricia invisible
cuando duerma plácidamente entre mis utopías
esas que no siempre entendías cuando te las hablaba

o tal vez entendiendo el por qué de tu palidez repentina
esa palidez que me recorrió la espina y me dejó abandonado
pero no sé, quizás, a lo mejor. Probablemente, en una de esas...
Quién sabe

Te fuiste como te fuiste
dulce susurro de amanecer
ermitaña doncella gris
superficies de descontrol y livianas nociones de vida

Y no quisiste llevarme con vos
Ahora entiendo
No querías lastimarme

Te quiero ¿sabés? por eso y por todo
Por todo y por eso
Por nada, por quererte como te quise
por lo que descubrí junto a vos
y por lo que no también
Ahora estarás en tu cielo
cantando con ángeles y danzando danzas danzosas que tanto te gustaban
Sos parte de todo
Y siempre serás parte de mí...
Los secretos que nos contamos no morirán en la palabra
sino conmigo...

Hasta siempre.

jueves, 2 de noviembre de 2006

Pequeños milagros cotidianos no hollywoodenses

  • Que la pava hierva cuando tengo hambre y así puedo desayunar
  • Que, inexplicablemente, siempre llegue a tiempo a todos lados, aun cuando llego tarde
  • Que el cielo sea cada día más hermoso
  • Que los árboles lluevan sus pétalos liláceos y alfombren la vereda majestuosamente, antes de que uno pase sobre ellas
  • Que los faroles se enciendan cada vez que camino por debajo, y que, sin darme cuenta, descargue espadas invisibles para que así sea
  • Que todos los días haya algún minúsculo motivo para reír
  • Que nunca me canse de hacer lo que hago
  • Que me suicide todas las noches, para renacer por las mañanas
  • Que todo fluya
  • Que algunas cosas sean
  • Que algunas cosas no sean
  • Que pueda andar descalzo por las calles
  • Que, con mucha o poca plata, la comida sea siempre riquita como muslos vírgenes
  • Que, en algún momento del día, se me ocurra algo nuevo
  • ¿Y qué más?

Finales inconclusos que distorsionan las estructuras metodológicas del ser corriente.

martes, 31 de octubre de 2006

Ría y sea feliz! (O ría en el intento...)

Tengo sueño. Quisiera fundirme en la arena de las monjas descalzas, beber sorbo a sorbo la lluvia tropical de los abandonos, o por qué no saborear una mujer en medio de la selva.
(Siesta, sopor de la tarde que me ilumina con su oscuridad difusa y sfumata)
Mataría por ser rojo, morado o cierto azul europeo, para mimetizarme mitológicamente con las flores de la risa. ¡Risa! ¡Cómo la disfruto entre mis dientes y mis tripas!
Nacen payasos por doquier, y comienza la Gran Pirueta, la sonoridad de las almas.
Los árboles se desternillan de risa en las plazas israelitas, mientras yo, contagiado de semejante arrebato risístico, comienzo a rodar por las veredas soleadas al extremo, y me quemo bajo el sol abrazador e impenetrable. ¡Es difícil no fundirse con las risas! Hasta los gurises carcajean con sus ingenuidades de dulzura y amor fraternal.

Pero súbitamente, las risas se apaciguan tras un manto de responsabilidad y trabajo alienado. Entonces, los payasos se retiran y mueren entre el smog, los árboles se estresan por tener que renovar ese aire enviciado, y los niños se sientan frente a la imagen irreal que se mueve de vez en cuando.

domingo, 15 de octubre de 2006

Pequeñas palabras del aire a la tierra

Entre la desesperación del mundo profano
Y la tristeza de los árboles que no florecen


Nada más maravilloso

que descubrir versos

en tu piel desnuda

miércoles, 11 de octubre de 2006

Ella (bella)

Ella.
Bella.
Ella bella.
Ella se despereza.
Cierra los ojos y sueña.
Su rostro imprime serenidades, sus ojos son las
ventanas que permiten entrever la duda caucásica de miles y miles de profetas.

Cuando se mueve por los bordes del vacío, su cuerpo susurra olvidados caminos, toboganes espiralados y temibles tornados, huracán gris, desgastado...

Sinuosa y sensual, abre los ojos y por un instante se hace luna.
Me abraza con sus látigos y vitales enredaderas.
Me habla de lejanos ayeres.
Duermo en ella.
Con ella.
Ella.
Bella.

lunes, 9 de octubre de 2006

Rituales de familia (o la metafísica de las sobremesas)

El espectáculo tribal es maravilloso porque, esencialmente, el espíritu ríe y es. La danza quiebra tendencias estereotipadas, y sólo entonces las conciencias tienen un momento de clímax y se funden en el Origen.
-¡Alabado sea el viento!- proclaman los cuerpos vibrantes. -¡Viva la lluvia, viva el trueno!- continúan sus pares.
Se sincronizan los cabellos y las miradas, mientras las tinieblas mueren en el olvido y pasan a no- ser. Suenan los instrumentos, se apagan los manteles y se sacuden las cuerdas vocales al ritmo de una sola vibración.

¿Se licúa la angustia en el éter?

Risa es refugio.
¿Canto es color desplegado en el tiempo/espacio?
En el ritual que presencié, los orbs serpenteaban por los resquicios residuales, vibrando con las gargantas.

Ritual es mito. Sonido es vuelo, ¿cómo nadie lo ve? ¿Tan pesado se ha vuelto el cuerpo en estos días?

domingo, 1 de octubre de 2006

Nito-Tao (o cómo ir volviendo)

Una vez
quise abofetear a los malcriados del Norte
usando toda la fuerza bruta de la que dispongo
Pero descubrí las energías que fluyen a través nuestro
y decidí volver a mi nacimiento
caminar sin pies
hablar sin voz
y sin vos

Otra vez
intenté ahorcar a las injusticias políticas
con sogas de sangre batracia y altamente tóxica
Y en eso andaba, hasta que respiré con el vientre
y disipé las escarchas de mis sueños abismales
Durmiendo, soñaba océanos infinitos
ojos viajantes, estelas de bailes intangibles
vueltas a la nada
al infinito
al caos...

Y me pasaba también
que deseaba todo lo que escapaba a mis flacos dedos
(bosque de corales en la mar)
y se me frustraba el alma por no llegar nunca hacia ellos
Hoy
no quiero nada que no tenga
No me atrevo,
y así
lo tengo todo al alcance de mi nariz

Aprendí a no luchar
no forzar un camino
sino construirlo con la ayuda de los duendes y las hojas
porque ellos saben mejor que nadie
cómo fluir por el agua del mundo...

lunes, 25 de septiembre de 2006

¿Para qué? Para eso

Sentía desgano, desazón. Por primera vez en mucho tiempo, no quería aprender nada del mundo. Quería olvidarme de él. Caminaba tristemente por la plaza que otrora había sido el refugio para los estudiantes utópicos y los poetas de corazones rotos. Iba palpando el aire, en busca de la respuesta a la pregunta existencial, que de vez en cuando asoma y destruye los nervios y los ojos hasta las lágrimas. ¿Cuál es el verdadero sentido? ¿Dónde está el chiste de hacer todo una y otra vez hasta llegar al tedioso carrusel de la rutina?
¿Para qué? ¿Para qué? ¿Para qué?
Susurraban las margaritas, y el césped me invitaba a habitarlo bajito, pero yo, ensimismado en mi vacío nublado e hilarante, ignoré las voces del atónito pergamino y seguí caminando hacia la nada.
En eso estaba, en plena peatonal, rodeado de gente igualmente perdida que yo, en medio de un mar de sagaces peces que iban hacia puntos obtusos e incoherentes,

cuando la Belleza estalló frente a mí: una voz danzarina desafiaba el gris masivo para desarmar los más duros estereotipos. Ese cantar proponía estallar de a poquito, color por color, mano a mano, para revolver la apatía urbana y entonar con la naturaleza de las cosas. Quedé putrefacto y estatuado frente a ese joven que guitarreaba y homenajeaba al agua, tan sólo a cambio de un pedacito de metal. Reí. Lloré. Pedaleé rápidamente por los pétalos del último otoño, y volví a reír.
Seguí caminando, pero ya no era el mismo. La voz y su alegría me recorrían locamente, y se me salían entre los poros y las pestañas.
No tuve necesidad de entender nada. Comprendí para qué. Para caminar y dejarse deslumbrar
por el arte de resistir. Para caminar y llorar por el arte que se nos va. Para caminar y reír, reír,

por no saber nada de cómo llegamos acá,

por desconocer completamente para qué estamos donde estamos,

por ignorar brutalmente cuál es el sentido de todo, si vamos a terminar tal como empezamos.

Reír por no saberlo, reír para enfrentarlo. Encontrar un para qué en el lugar menos esperado y arrastrarnos hasta los abismos de su seducción; para eso es que estamos acá. Vivir es andar y plantar semillas entre las enredaderas venenosas. Vivir es llorar y reír...

domingo, 24 de septiembre de 2006

Con los pies en el cielo


Las enseñanzas tradicionales que vienen moldeando mentes desde los inicios mismos de la sangrienta civilización occidental, nos enseñan que todo pensamiento tiene una raíz fija, inmutable, una esencia que es necesaria y única. A partir de esta gélida concepción, y teniendo en cuenta posteriores corrientes filosóficas que la han engrosado y adornado con más esqueletosidades todavía, hoy afirmamos orgullosamente que Occidente tiene la razón como motor (cuac) y que no se puede conocer realmente más allá de la experiencia. Llevando esta concepción de "base fija", de raíz, a un nivel espacial, podemos decir que la tierra es esa base fija sobre la cual nos desempeñamos como individuos y como comunidad.

Pero la tierra no es fija: donde ayer había bosques, hoy desiertos, donde ayer glaciares, hoy lagos envenenados, donde ayer ciudades, hoy megalópolis de gente sola. Violentos terremotos la sacuden a la tierra (de esto, los indonesios y tailandeses saben bastante cuac! (humor negro))
Gira locamente sin cesar, eructa con los volcanes, digiere dragones que escupe en géiseres de sal y limón.
La tierra no es fija e inmutable: ¿cómo encomendarle la tarea de ser nuestra raíz del desenvolvernos diario? ¿Cómo? Oh, terrible tragedia la del hombre occidental no encontrar un punto de apoyo!!!
No obstante, hay algo que nunca cambia, o más bien cambia, pero cíclicamente, con una armonía propia de la música. Sus colores se despliegan ordenadamente y sin embargo siempre sorprenden. Hablo del Cielo, esa bóveda que jamás falla. Mientras la Tierra muta y se lava la cara varias veces al día, el Cielo sólo cumple con su función sensual y redonda.

Entonces, si al ser humano occidental le gusta tanto estar parado en algo seguro:

¿no le convendría

caminar soberano

asegurado por infinitas estrellas

con los pies en el cielo?

viernes, 22 de septiembre de 2006

Basta

Voy a renunciar a renunciar siempre
Voy a esperar no esperar nunca
Voy a amar amando a nadie
Estoy cansado de cansarme
Sigo pensando que no hay que pensar
Guardo en mí lo que tengo dentro mío
A veces lloro lo que no debería llorar,
otras veces, no río lo que debería reír
Arriesgo mucho, poco, nada
me asusto con las noches y las luces
Temo temiendo temer siempre
Duermo, sueño soluciones
Despierto, anoto soluciones
Camino, fluyo a través del trascender
Me siento, me ato a las pantallas
Ruedo, soy libre...
(Y si río enfrente del río, río riendo verdades de surubí)

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Femme-que-va-hacia-el-abismo

Desliga tus pieles glamorosas
indómita y risueña mujer
pequeña gran pregunta
esperando a ser formada
una y otra vez
por el tono azul y profundo de mi voz
(murmuran los cardúmenes colorinches
por la claridad de tus ocasos logísticos)
Exhala tu ser
amante intensa de mil demonios

Descarta caparazones legales
y asomate a la confusión
de vivir sin saber por qué

El duendecillo que siempre nacía

Estaba atrapado en un entramado sonoro
fingió disgusto al ver a las liláceas estrellas de mar acariciando sus piernas
Se balanceaba, como quien busca renacer
pero era para escapar de la araña, de la rutinosa manía de dormir (la siesta)

Encorvó la espalda y pegó un grito tarzánico: fue inútil
Imploró al Dios de los irresponsables
pero estaba en una importantísima orgía de vino y crack
Se volvió ateo, y quizo desatarse con su sola razón
Pero su orden, obsesionado por la luz, le impidió apreciar la verdadera dimensión de la telaraña
Tras varias cavilaciones huesudas, fugaces esplendores de gelatina, y fritura de ranas a cada instante, decidió que no tenía opción: tenía que empezar a destejer

Y lo hizo. Tomó con su mano comunista un hilillo invisible, y empezó a tironear
Tironeó mucho, como pasa en los cuentos infantiles
Días y noches, tormentas y desiertos él festejó. Y no pudo parar.
En este momento él desteje él momento este en.
Lo disfruta tanto como nadar desnudo por los canales marcianos, o merendar con su alegórico hedonismo. Ha deshilachado infinidad de hilos, y sabe que le quedan más hilos que olas en la profundidad de su café cotidiano

"Aquél que sueña, se mezcla al aire" Georges Schehadé.

martes, 19 de septiembre de 2006

Lluvia


Cuando era chico, los días nublados me ponían triste. Se borraba mi sonrisa de niño (aunque no era de sonreír mucho), los ojos se me apagaban, y quedaba inmutable, impávido, mirando el cielo gris. Lloraba con los días lluviosos (más de lo que algunos creen).
No eran fáciles esos momentos. Todavía me acuerdo de los nudos en la garganta y de la deseperanza de quedarme solo, tristemente solo, e imcomprendido por los que me rodeaban (gente de mi edad sobre todo, era bastante bicho raro yo...) Por eso, hoy, cuando llueve, me acuerdo de cuando llovía en mi infancia, y me quedo callado como cartel sin visitantes. Por eso, mientras los transeuntes corren despavoridos y putean con los peligrosos paraguas que se doblan y los ponen en verguenza, yo me desnudo sigilosamente bajo las gotas transparentes, dejando aflorar mis infantilismos de hojalata, desafiando los convencionalismos que dictan que lluvia es malaria urbana, esperando un poco de comprensión en este mundo voraz, exigiendo una compensación para los tormentos de mi ayer oscuro y melancólico,

pero tambien riendo por haber crecido tanto, festejando la vida y su capa azul, deseando mañanas esplendorosos, y sabiendo, hasta las venas, que nunca, pero nunca, se es tarde para cambiar y demostrar que crecer es animarse a ser algo que se es sólo cuando se deja de ser lo que se era...

domingo, 17 de septiembre de 2006

Días de bloqueo total


A veces me cuesta respirar.
En ocasiones, ignoro el lenguaje de las palomas y las quimeras, y tengo que asegurarme con ligamentos de cortesía falsa pero bien intencionada para no lastimar al prójimo.
Siempre trato de simular entendimiento, como un buitre, carroñando las creencias ajenas. Sucede que, en las penumbras de los lápices impostores, me siento el ser más incompleto de la existencia misma. Experimento una sensación de no tener sensación alguna. En estos días, en los cuales no hay sol ni cielo de lana, infinitud de cuchillos se estrellan en mis espaldas de hielo, mientras, a lo lejos, la autopista de los imbéciles se detiene para burlarse de mi mala racha de cactus.

Hay noches en que la sonambulidad de los árboles me parece de lo más degradante. Existen momentos en que las auroras se vuelven invisibles, pasando a través de la piel de los lagartos, muriendo con la última gota de la ambrosía carioca.
Pies que golpean los tambores sensuales son mis pies. Manos que serpentean ideas suicidas son mis manos. Sangre viscosa que nieva en mis rincones chocolatosos es mi sangre.

Solitariamente, los nudos se desatan con las espumas de la paciencia gelatinosa de saber que ningun tiempo está perdido, y que de lo negro, surge lo blanco...

lunes, 11 de septiembre de 2006

Un sábado antes de rendir (jajaja)

La verónica mitad tiene muy poca maldad
pero está
cansada de esperar...
Andrés Calamaro


Viniste en un colectivo singular e inapreciable. Saludaste cordial, sumisa. Trajiste un puñado de recuerdos imborrables pero apetitosos, delirantemente refescantes en mi presente. Fuimos a mil lugares, reímos mil voces acalladas, mil y tres veces caminamos sobre nuestro propio asombro. Hablamos de lo que nunca hablamos: labios que no se cierran con susurros ni serpientes. Escamas del ayer, aniñadas experiencias que se mueren y reviven en ardiente sabiduría de a dos...
Nos abrazamos como amapolas, mientras el cielo se nos escapaba por detrás de un cetáceo atardecer. Entonces, cansados de tanto quehacer lingüístico, caímos en el más devoto y herético lecho de rosas y muerte, pintándonos según la doctrina impresionista, escurriéndonos en cada pedacito de canción con nuestros sudores titubeantes. Tuvimos una feroz contienda entre nuestras bocas suicidas: sospecho que la tuya ganó, como le ganan las ranas a la tranquilidad de las aceitunas. Adolescencia perdida y juventud incipiente: no te podés bañar dos veces en el mismo río. No podés pretender que este cuerpo carezca de cicatrices anteriores.
Los entes se asomaban azarosos por la ventana, mientras comentaban: nosotros les enseñamos a zurcir las medias de la autodestrucción, no a inventar caricias supranacionales y deudoras.
Sentirte tan dócil, tan dominante (capilarmente hablando), tan mía, palpar tu piel estremecida tras el paso de mis manos, saberte chaparrón, jauría descontrolada, tormenta fogosamente enfurecida, memorizar tu calor de mujer quisquillosamente, convertirte en tigresa oriental, tocarte, olerte, degustarte hasta la médula, besarte, destruirte, besarte de nuevo y explotar por los costados del colchón fue la más múltiple y estalladora experiencia vivida por mi epistemología sideral.

Te fuiste en un tren de lágrimas, maldiciendo las injusticias de la ruleta uterina, arrastrando los pies como una condenada a sed perpetua, pero sin rencores por haber caído en el abismo dual de las pupilas seductoras... Y es por eso que hoy te articulo estas mariposas texturadas, sólo para que sepas que lo vivido sólo es válido cuando las imágenes se parecen a un sueño telescópico, y que ni las más vasta experiencia podrá jamás cubrir ni un pedacito de todo lo que nos demostramos y construimos en aquél oscuro Averno de multitudes apasionadas...

viernes, 8 de septiembre de 2006

Miedos


Hace respirar entrecortado suspirando con cautela; con él se palpitan las inocencias aladas mientras nadie se dé cuenta. Impide sugerir con cautela una modificación parlamentaria y en cambio provoca temblequeo al soltar la voz detrás de las cascadas de cada pestaña centrífuga. En su presencia intra- corpórea, se resbalan los pies por la pista estereofónica, se golpean las sienes si hay calor en los ventanales con flores marchitas, se mutilan las emociones y se descartan suposiciones para que no duelan, se mira detrás de un manto de frialdad moribunda y cobarde como travesti barroco. Flautas traversas irrumpen la atmósfera taoísta, mientras las mujeres del Averno ríen ante semejante acto de retroceso invernal.
Quien teme, pierde. Temiendo, se cierran las confabulaciones del alma metafórica de los gatos negros, se suprimen las tentativas del amor, se condena a las pieles a dormir bajo las almohadas, y se anula la utopía concreta de las pasiones fibonaccienses y desgarradoras. El miedo es retroceso a la nada, a hacer nada, a no pensar, es una autopista fantasmal al no-disfrutar-algo-fundamental-para-sentirse-vivo. La rutina, mejor aliada y amante secreta del miedo, corta las infinitas bicicletas doradas de las papas de tierra y exige más y más petróleo, sólo para alimentar su propio ego. Miedo de ver, miedo de creer. Miedo de considerar otra opción que no caiga en uno u otro, sino en varios y ninguno a la vez.
Basta ya. Dejemos de escribir. Vomitemos exploradores, improvisemos tangos epistemológicos, riamos como una paria, y danzemos oníricamente, nadando hacia el Caos, con la loca seguridad que la única forma de vencer el miedo es mirarlo cara a cara y decirle: no te tengo miedo.

miércoles, 30 de agosto de 2006

Para ellos


Ustedes, los de ahí, los de arriba. Sí, ustedes mismos, esos que se hacen llamar dioses y lloran y sufren por cada gota de sangre derramada en pos de Su nombre. A ustedes les hablo hoy y ahora, juntando valor desde lo más profundo de los cañones invisibles que, a veces, sé que les gusta hacer sonar. Estoy buscando la senda metafísica y mamífera para acercarme más a la sabiduría. He intentado destejer la más delicada tela de araña, y sólo logré aburrirme un poco. Probé con lamer la tierra de los bosques escalonados, y tampoco dio resultado. Hasta armé un cohete con un caparazón de tortuga, pero todavía no hallo el combustible adecuado.
Necesito saber cuál es el verdadero camino. ¿Acaso el que tomé hace tiempo, cuando estallé en soberanas dicotomías y elegí menearme con los alcaldes soberbios? ¿O ese que proclama ser y no ser, mientras reprime hasta lo que no se piensa?
Díganmelo: sé que antes han intentado comunicarse conmigo. Tuve miedo, y retrocedí en conciencia por no arriesgar las maderas fértiles de mi cama. No es fácil deshacerse en pedacitos y fluir por los bordes de una habitación; humano soy, pues. El miedo me ata a lo cierto y me aleja de la sabiduría de los profetas.

Pero ya no quiero sacrificar tanto sabiendo lo mucho que me espera en sus banquetes jesucrísticos, elévenme. Ayúdenme a superar el natural miedo y entrénenme para subir. Respiren por mis poros, y exhalen aliento de vida en toda las circunstancias excepcionales que he de vivir. Quiero saber; quiero subir. Por los siglos de los siglos...

Él y Ella

Él interrumpe los avatares cotidianos de las aves, ciega los senderos luminosos permitibles, y opaca los espectáculos de trigos culturosos. Sintiendo pena por todo, fluye sobre sí mismo hasta compadecer a las hormigas amazónicas. Tiene alma de poeta, se desangra con cada voz que no habla y con cada temor que se deja alcanzar por su confirmación escatológica. Suspira de amor y deseo por Ella, alma inmutable que todo lo nutre.
Ella es la única, la que gira incontrolable por los laberintos hidrocentáuricos de su propio asombro. La que crea de su vientre, la que da a luz cuervos que le comen los ojos y la nuca. (Pobre madre, no puede dejar de amar a sus verdugos)
Cuando Él y Ella andan con los deseos urgentes y con ganas de hacer el más amor de los amores, empiezan a seducirse mutuamente. Como todo acto discursivo, nunca se sabe quién empieza. Una sonrisa de luz, un susurrar de las montañas, todo es válido a la hora de estimular la imaginación de los elementos. Tras sendos cachondeos, estiran sus múltiples brazos para amarse y acariciarse, pero es en el supremo acto de fecundidad en el que tienen contacto realmente. Cae la lluvia sobre las capitales góticas, y así, el Cielo y la Tierra se funden en un majestuoso nacer sobre ellos mismos.
Hoy llueve y hace frío, el viento arrastra penas de pueblos destruidos, las hojas se balancean peligrosamente sobre la acera incontinente, y encima la popularidad de los bares disminuye minuto a minuto. Pero no deja de ser milagroso que, a pesar de que nosotros ya no nos entendamos y nos empecinemos en negarnos mutuamente, ellos vivan sólo para fecundar campos y esperanzas en los solitarios y bohemios corazones, aquéllos que buscan un amor entre las esquinas abreviadas de las ciudades fantasmas...

martes, 22 de agosto de 2006

Belleza y pudor en la sociedad de cartón


Volvía a casa. Era una de esas mañanas que prometen colores a mansalva, mientras el Astro Rey se asoma por los ventanales de la bóveda multilingüe y arrasa con los humanos miedos y los florales deseos. Amanecía como jamás un patético y mercadeado artista se lo hubiera imaginado. Una orgía de tonalidades estallaba frente a mis ingenuos ojos. Mi cínico pulso no podía más que tratar de emular tímidamente tanta belleza desplegada. Soñaban los prados y los caminos con la luz que los desnuda desde los primeros días, mientras la Humanidad se disponía a arrancar una apacible y bohemia jornada, llena de risas y humo, adoquines y azafranes... Un olor juguetón se escabullía por los contornos del aura mística, mientras las hadas coreaban sagrados cánticos incestuosos, proclamando el inicio del apoteótico espectáculo del amanecer. Fui feliz; infantil y ciertamente feliz, como un inquieto cachorrito mimado. Las caricias del aire eran no sólo frondosas y desencadenadoras de frigideces abstractas, sino también necesarias, como el respirar mismo de los pozos de agua.
Y entonces, la magia danzarina se interrumpió con un soplido capitalista: lo vi, ahí, entre los despeinados pastos de la vera vergüenza neo- liberal. Dormía y tiritaba: no sé qué hacía mejor. Soñaba con colchones de poliéster y fuego cromado, mientras la Realidad le decía que no tenía lugar adonde ir. Temblaba como hoja enamorada, y refunfuñaba las alabanzas de las doncellas celestiales, mientras intentaba encontrar refugio en un puñado de viejas noticias de plomo. Los violines callaron de pronto, y hasta el Sol mismo titubeó por un instante: ¿cómo bendecir a los bosques, a la descomunal acera fetichista, cómo dar a los hombres y mujeres el Amanecer, si dejan que un hermano sufra? Hasta las hadas, tan promiscuas y alegronas ellas, quedaron mudas y conmovidas por ese hombre. Comprendí lo catastrófico de la duda solar; si no se asomaba, quedaríamos perpetuados en una Gran Noche licántropa y voraz como un loro de pirata. De inmediato, casi por reflejo, erizé mi piel, inflé mi precaria caja costillal, y clamé a viva voz: "Rayos de policrómica aura, dénle un fantástica oportunidad a la dulzura de las madres primerizas. Ilumínenlo. Ilumínennos."
Fueron instantes sobrios y dubitativos. Muchos murmullos se dejaron degustar. Las nubes quedaron impávidas y nulas como croquetas, y el río elevó sus ojos al espejo superior, para medir la reacción de la Estrella Magna. Nadie se atrevió a reclamar nada, ni siquiera las capillas fundamentalistas.
Finalmente, el Sol optó por seguir su ancestral rutina, y explotó en un solitario orgasmo cósmico. Quedé tranquilo y obtuso, mientras las doncellas reavivaban el griterío de la tierra y las hadas suspiraban aliviadas por mi fugaz intervención. Seguí con mi labor hermenéutica, mientras el hombre, aún dormido y maldiciendo, era repentinamente invadido por una guarnición de rayos catódicos de homosexuales colores. El Sol había decidido acobijarlo por su cuenta, pero, hasta el día de hoy, cuando lo veo y me habla a través de sus suspiros galácticos, no deja de desaprobar nuestro incierto rumbo, tan lleno de mierda y grito y cólera y miradas fugaces y llanto y muerte marchita y negaciones inconclusas y más muerte gratuita... Llegará el día en que el Sol se revele contra lo que él alumbra, y ese momento será el fin de la dictadura del proletariado estelar y de la soberanía de la Nada, mientras los hombres y mujeres, espantados, intentarán remediarlo todo en dos instantes, pidiendo consejo a las Pitonisas mercadotécnicas, y re- editando las sabias voces del pasado...

jueves, 17 de agosto de 2006

Negación

Brindo por tus caderas quebradas y arrastradas por el pavor azaroso de no comprenderme a mí, pintado en la nostalgia, pobre idiota pluscuamperfecto, saparrastroso descerebrado, flaco zanguangón y esclerótico. Brindo por toda la catarata de besitos chulos, besotes obscenos, abrazos de sopa, caricias impensadas, palabras locomotrices y poesía barata que te guardaba entre mis dóciles huesos y ya no vas a disfrutar. Brindo por encontrar otra musa a quien regalarle gratuitamente todo mi ser erótico sin documentarlo en ningún medio altanero y obsecuente. Quedan vacías mis manos, sucio mi hombro y triste mi corazoncito de algodón, pero nada que no cure el reloj de las palomas mensajeras.
Hoy te ví: morochita y con cara de yonohicenada, subsumida en tus papeleríos polares (pero tan linda...). Te odié, como se odia la injusticia de los aguaceros y la ventosidad de los caminos. Quise arrancar las baldosas platinadas de las aulas espectaculares y arrojarlas a la hoguera de tus vanidades, para ver si recapacitabas y me cedías la palabra que tanto te empecinás en negarme... Me negás la palabra, me negás el decir: me matás en el jardín y te suicidás en tus perímetros. Me mirás para ver cómo te miro, y te miro volcánicamente diciendo "algo de respeto por este manojo de piel y pelo". Y me mirás de nuevo, para tantear el terreno de mis ojos apagados, y te regalo una mueca gótica y te odio tanto, pero tanto...
Luz, cámara, acción: el espectáculo del niguneo forzado, el nomeimporta ficticio y la censura total de las cosquillas en la piel han empezado, y voy a arrasar con tu estima para arrancarte hasta la última de las armas de destrucción masiva...

martes, 15 de agosto de 2006

Aprendiendo

Mi vientre clama galaxias y mi cerebro llora por sedimentos, las situaciones palabrosas se me presentan segundo tras segundo en esta cadena infinita.
Una voz, a los lejos, serpentea plenamente por el rostro cuajado de la Virgen de los panaderos. Ella, insoportablemente quieta frente a millones de hormigas oradoras, quiere que le devuelva el favor de estar. No creo en estatuas, le digo alevoso y risueño, mientras huyo de su mirada inquisidora disimuladamente. Aprovechando la ocasión de mi escape, un auto importado se me planta en frente con un bocinazo de toro. El burgués que lo conduce me maldice a mí, y a mi madre, y a mi hermana, y sufre por el desperfecto ocasionado en sus lineales planes de viaje: soy un estorbo. Saludo, pues, al automóvil que tan generosamente me regaló el premio de no atropellarme, y camino hacia atrás por la acera, mientras me saco burlonamente la galera y hago ademanes con mis zapatos de nieve batida. Más hacia lo oscuro, en uno de esos lugares que no son lugares, un duende escandaloso se bate en agonía con una yarará libertaria: bien sabido es que estas dos especies se odian mutuamente. Paso por el kiosco y compro chocolate a medio pagar: se los ofrezco a las criaturas, quienes, apetitosas, se encaminan a mis manos desconmensuradas y ardientes. ¡Qué fácil es resolver una guerra! Basta con chocolate para el cuerpo y aceptación para el espíritu.

Sabiendo que la obra está cumplida, me retiro como la marea, no sin antes depositar algunos dólares de Esperanza y Sonrisas en las camisas hambrientas de mis compatriotas. Hoy fue un buen día. No hice nada, pero lo hice valiosa y obscenamente bien, como un escapar del terrible laberinto del desamor y el abandono. Mejor que ayer, peor que mañana: mi filosofía del aprender. Buenas noches...

Quisiera (pero no)

Quisiera encontrar una razón condimentada para todo esto, algo que me alivie y me deje en desolados ferrocarriles deambulantes, pero calmo al fin. Quisiera poder creerte cuando digas lo que tenés para decirme (si es que aún guardas palabras para este loco desencantado). Quisiera hacer otras cosas además de derretirme por las iglesias y las calles deshabitadas de la noche amarga que me hacés vivir.

Podrá parecerte tonto
trivial
o llanamente cavernícola y pelotudo
pero

Quisiera ser algo en vos que te desate la ternura innata de los amaneceres. Quisiera saber qué hojas te hacen cosquillas por las mañanas apagadas de tu entorno.
Me gustaría ser aroma de champú para naufragar en tu pelo azabache. Quisiera ser brisa marina para despeinarlo y volver a naufragar.
Quisiera ser políglota para decirte te quiero en todos los idiomas. Más aún, quisiera ser valiente para decirte te necesito en castellano.
Quisiera ser suspiro de amanecer endemoniado, o espejo de ancestrales ideologías, para luego transformarme en admirador de tus pies al despertar.
Quisiera ser pestañas de tus ojos profundos, para anochecer en ellos y despertar con la algarabía de los duendes.
Hay veces que me gustaria no haberte conocido. Hay instantes en que desearía no haber sucumbido ante tus semióticas manos. Pero no creo en la cuadratura del círculo.

Me gustaría, más que nada esta noche, arcadear estas bestias literarias que me ahogan en la ventana. Pero la cura está bajo tus uñas azules, y dudo mucho que quieras venir a conformarme.
El espesor de la luna sólo es interrumpido por tres cosas: unas pilas moribundas, un horizonte anaranjado, y tu risa traviesa que se escabulle entre los pliegues de mis fantasiosas y nacientes cortinas.
No creo equivocarme cuando digo que ya tendrás algún otro hombre- estatua, alguno que te alegre los segundos frágiles que vivís con él, insensato arenoso, brillante diamante que le ganó el lugar a este sinfín de pececitos danzantes y plateados que es mi infinito espectáculo.
Él, de historias seguramente aburridas, de rigideces craneanas y un temblequeo al hablar, de delirios de chapa y estrepitosamente convencionales.

Quisiera ser desalmado e insensible para poder dormir esta noche. Llamaría un grupo de médicos brujoides para que me extirparan el sentir pesado y este nudo en la garganta. Podría intentar dormitar un poco, pero sospecho que te robaste todos mis sueños.
Cuando me quedo quieto, algo en mí me susurra mitológicamente que todo va a pasar. Pero yo sé que estoy condenado a rumiar mis errores y desaciertos hasta que me confunda con las lombrices...

lunes, 14 de agosto de 2006

Mujeres



Extraños seres las mujeres. Aparecen repentinamente, cuando uno está ocupado en pescar mariposas con un anzuelo de papel, y dejan entrever su luz cálida- espectral detrás de unos ojitos inocentones y redondos. Si uno comete el imposible de no cometer error- acierto de detenerse un segundo en sus rostros y sus irresistibles curvas, dichas féminas provocan repentinas oleadas de sanguijuelas crocantes en la piel. Es fácil deducir el diagnóstico: algunos le dicen calentura, otros enamoramiento precoz, pero dudo que haya una palabra para describir estas ilusiones coloridas y pecaminosas...
Una vez iniciado el proceso vulgarmente conocido como "estar-hasta-las-patas", lo estable se vuelve contra uno, que no tiene más que aferrarse a lo que pueda para no caer en las fauces del palabrerío precoz y siempre malentendido por la especie a la que hacemos referencia. Una mujer seduce con lo que no hace, mientras que nosotros, género hacedor de todo (por petición femenina), tenemos que probar hasta el último de los malabares para ver cuál de todos ellos llamará, aunque sea en lo más mínimo, la atención de aquélla ninfa que nos desvela.
Cuando nos encaucemos, finalmente, en aquello que le llama la atención, es mejor no perder el equilibrio, avanzar lento pero rápido a la vez, como cuando se quiere atrapar un colibrí, y además queda expresamente contraindicado mostrar inseguridad, bajo pena de caer en la historia de amor jamás sucedida fuera de uno (de esto yo sé bastante). Nunca se sufre lo suficiente con ellas, creen que lo que uno tiene de ser lo tiene de coraza metálica insensible...
Todas estas técnicas tienen altas probabilidades de fallar: uno nunca termina de entender a las mujeres. Como esa hermosura, norteña, querendona y malcriada, que, además de dejarme toda una melodía amarga en los poros y una escalera de cristales que había hecho para ella, me hizo escribir estas líneas...

Domingo en Paraná


Camino por las ciruelas pasas del laberinto. Buscando serenidad, avanzo hacia el lugar más intranquilo. Descartando descansares y quietudes, voy bajando cada vez más rápido. A lo lejos, un grupo perturba la armonía intransigente de los autos con risas y comentarios de plástico, como si comentaran una película de cierto hollywood cine barato. Son adolescentes, van a la escuela, es domingo y piden sol; sin darse cuenta, se están acartonando y sumergiendo en el óxido general, en la rigidez gratuita que a todos nos es dada y a nadie se le niega. No es culpa de ellos: o se aggiornan o mueren solos.
Un guardián del orden vigila un edificio gigantesco. Son tiempos violentos los de estos días, cualquiera puede llegar a robarlo desde sus cimientos. El polizonte aparenta responsabilidad y soltura, pero yo sé que está incómodo en su soledad de cemento.
Caballos blancos llevan hombres que no son príncipes azules. La mentira más grande de mi infancia: las princesas no existen, a no ser que esas cajas de cartón y basura lo sean.
Una mujer pasea su perro susanoide. Coqueta, con su sombrero ovnítico, ella camina por una París exhuberante. Los caballos blancos no existen debajo de su ridículo andén, solamente si le sirven a Su Merced. Apura el paso cuando ve esas caritas tan, pero tan antiestéticas. Si por ella fuera, maquillaría los rostros del hambre con base de firmamento y mano dura.
Personas, personajes, historietas humanas, cada cual en lo suyo. Se borran las identidades y los buenos tratos, y yo decido volver, cobardemente, a mi envoltorio rectangular, sutil puesto de encierro para unos cuantos que no se atreven a ver la vida ni de reojo...

domingo, 13 de agosto de 2006


"Ordenen que les traigan con qué escribir, después de situarse en un lugar que sea lo más propicio posible a la concentración de su espíritu, al repliegue de su espíritu sobre sí mismo. Entren en el estado más pasivo, o receptivo, de que sean capaces. Prescindan de su genio, de su talento, y del genio y el talento de los demás. Digan hasta empaparse que la literatura es uno de los más tristes caminos que llevan a todas partes. Escriban de prisa, sin tema preconcebido, escriban lo suficientemente de prisa para no poder refrenarse, y para no tener la tentación de leer lo escrito. La primera frase se les ocurrirá por sí misma, ya que en cada segundo que pasa hay una frase, extraña a nuestro pensamiento conciente, que desea exteriorizarse." André Breton.
Definitivamente, este fragmento del Primer Manifiesto Surrealista merece ser leído con detenimiento. Habla de "pescindir", de expurgar, de dejar todo aquéllo con lo que creíamos estar seguros de algo, para adentrarnos en el Caos y experimentarlo en nuestros cuerpos y mentes. Nada fácil; nunca es fácil estar en el caos. Pero vale la pena...
Por lo pronto, me voy a dejar de joder las bolas u ovarios respectivamente, y me retiraré por ahí. Prometo incluir próximamente, para el pánico de ustedes, algunas de mis "poesías" (lo cual, considerando lo escrito anteriormente, contribuirá a empeorar este blog) Salu2...

sábado, 12 de agosto de 2006

Entender y reconocer el caos: pasaporte a la locura

¿Quién puede decir, con absoluta certeza, para qué estamos donde estamos? ¿Hasta qué punto se puede estar seguro de algo? En última instancia, y llevando todo al extremo, o nada es cierto, o todo lo es.
Cogito ergo sum dijo Descartes hace mucho. Pienso, luego existo. La única certeza que tenía el chabón era que era. Lo demás, quedaba en tela de juicio. Entones, somos. Vos sos vos y yo soy yo. ¿Y lo demás? Yo estoy seguro de que, con mis manos, estoy posteando algo, sentado en una silla frente a una computadora, en la ciudad de Paraná, provincia de Entre Ríos, República Argentina. ¡Es innegable! ¿Cómo puedo dudar de eso? O sea, veo mis manos la silla la computadora, y que estoy posteando en la ciudad de Paraná etc. etc... ¿Cómo ataco estos argumentos?
Primero, en que todo lo afirmado no es lo que pasa sino un decir de lo que pasa. Segundo, en que no hay nada que me diga, en una relación directa y no- arbitraria, que las palabras que uso se correspondan con las cosas que nombro: digo manos y podría decir pies para designar a los órganos que todos los hispanoparlantes conocen como manos. El impedimento radica en la construcción social que hacemos las comunidades para designar y hacer corresponder (de nuevo, sin ningún motivo directo) las palabras y sus designados. Pero yo, en un acto de desacato y apartamiento de lo ya establecido, podría decir que, con mis codos, estoy vomitando algo, parado atrás de un lagarto gigante, en la ciudad de Manila, Estado de Luisiana, República Democrática del Congo. Y mi intención sería describir lo mismo que describí antes.
¡LOCO! Entonces, lo primero que hay que admitir es que no vivimos fuera del lenguaje, sino dentro de él. Tons, la primera refutación a lo cierto es lo arbitrario del lenguaje. A propósito, los surrealistas saben mucho de esto. Con su escritura automática y su poesía basada en la búsqueda de lo inconciente, crearon un estilo aparentemente sin- sentido que tiene un poder desectructurador brutal. Pero esto es sólo el principio.

Paso preliminar: sin- sentido



GUAU! Todo un tema esto del blog... que es la futura herramienta del periodismo ya que permite libertad de expresión... que es un pasatiempo pelotudo de los tantos que ya nos han inculcado (y que nos dejamos inculcar...), bla bla bla. Sinceramente, ignoro las razones que me hacen escribir esto ahora, o en términos "correctos", "postear" esto ahora. Pero si de crear sentido a partir del sin sentido se trata, bueno, aca estoy entonces, generando una razón más para venir al cyber y malgastar alegremente el poco dinero que tengo.
En cierto sentido, este blog es como una responsabilidad más; es como un pescadito sumergido en el infinito mar de la Internet, pescadito que tendré que alimentar de vez en cuando. Pero al fin y al cabo, de lo que se trata es de, repito, dar sentidos y hacer como que el sentido dado está bueno, que nos llena, como para olvidarnos de la terrible malaria general de vivir sin saber cómo ni para qué.
Todos damos sentido a la vida, haciendo una u otra cosa. Yo ahora posteo, pero sé, al igual que todo el mundo (por más que muchos se obstinen en negarlo empecinadamente) que no sé bien cómo llegué acá, para qué, y ni siquiera estoy seguro de trascender los límites de este mundo cruel y profanado. Pero, al igual que todos los hermanos y hermanas del planeta, he encontrado elementos y actividades en las que anclarme, para no languidecer en el mismísimo caos.
YA SE VAN A IR ENTERANDO...