martes, 31 de octubre de 2006

Ría y sea feliz! (O ría en el intento...)

Tengo sueño. Quisiera fundirme en la arena de las monjas descalzas, beber sorbo a sorbo la lluvia tropical de los abandonos, o por qué no saborear una mujer en medio de la selva.
(Siesta, sopor de la tarde que me ilumina con su oscuridad difusa y sfumata)
Mataría por ser rojo, morado o cierto azul europeo, para mimetizarme mitológicamente con las flores de la risa. ¡Risa! ¡Cómo la disfruto entre mis dientes y mis tripas!
Nacen payasos por doquier, y comienza la Gran Pirueta, la sonoridad de las almas.
Los árboles se desternillan de risa en las plazas israelitas, mientras yo, contagiado de semejante arrebato risístico, comienzo a rodar por las veredas soleadas al extremo, y me quemo bajo el sol abrazador e impenetrable. ¡Es difícil no fundirse con las risas! Hasta los gurises carcajean con sus ingenuidades de dulzura y amor fraternal.

Pero súbitamente, las risas se apaciguan tras un manto de responsabilidad y trabajo alienado. Entonces, los payasos se retiran y mueren entre el smog, los árboles se estresan por tener que renovar ese aire enviciado, y los niños se sientan frente a la imagen irreal que se mueve de vez en cuando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Ríete al fin, que llorar
Trae tanto frío... más frío"

tus palabras me hicieron recordar esa canción... casi triste, casi alegre

saludos