lunes, 25 de septiembre de 2006

¿Para qué? Para eso

Sentía desgano, desazón. Por primera vez en mucho tiempo, no quería aprender nada del mundo. Quería olvidarme de él. Caminaba tristemente por la plaza que otrora había sido el refugio para los estudiantes utópicos y los poetas de corazones rotos. Iba palpando el aire, en busca de la respuesta a la pregunta existencial, que de vez en cuando asoma y destruye los nervios y los ojos hasta las lágrimas. ¿Cuál es el verdadero sentido? ¿Dónde está el chiste de hacer todo una y otra vez hasta llegar al tedioso carrusel de la rutina?
¿Para qué? ¿Para qué? ¿Para qué?
Susurraban las margaritas, y el césped me invitaba a habitarlo bajito, pero yo, ensimismado en mi vacío nublado e hilarante, ignoré las voces del atónito pergamino y seguí caminando hacia la nada.
En eso estaba, en plena peatonal, rodeado de gente igualmente perdida que yo, en medio de un mar de sagaces peces que iban hacia puntos obtusos e incoherentes,

cuando la Belleza estalló frente a mí: una voz danzarina desafiaba el gris masivo para desarmar los más duros estereotipos. Ese cantar proponía estallar de a poquito, color por color, mano a mano, para revolver la apatía urbana y entonar con la naturaleza de las cosas. Quedé putrefacto y estatuado frente a ese joven que guitarreaba y homenajeaba al agua, tan sólo a cambio de un pedacito de metal. Reí. Lloré. Pedaleé rápidamente por los pétalos del último otoño, y volví a reír.
Seguí caminando, pero ya no era el mismo. La voz y su alegría me recorrían locamente, y se me salían entre los poros y las pestañas.
No tuve necesidad de entender nada. Comprendí para qué. Para caminar y dejarse deslumbrar
por el arte de resistir. Para caminar y llorar por el arte que se nos va. Para caminar y reír, reír,

por no saber nada de cómo llegamos acá,

por desconocer completamente para qué estamos donde estamos,

por ignorar brutalmente cuál es el sentido de todo, si vamos a terminar tal como empezamos.

Reír por no saberlo, reír para enfrentarlo. Encontrar un para qué en el lugar menos esperado y arrastrarnos hasta los abismos de su seducción; para eso es que estamos acá. Vivir es andar y plantar semillas entre las enredaderas venenosas. Vivir es llorar y reír...

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola! primoooo! por dios que lindo que escribissss!!!! te felicito realmente es hermoso como te expresas! besotes