Ella.
Bella.
Ella bella.
Ella se despereza.
Cierra los ojos y sueña.
Su rostro imprime serenidades, sus ojos son las
ventanas que permiten entrever la duda caucásica de miles y miles de profetas.
Cuando se mueve por los bordes del vacío, su cuerpo susurra olvidados caminos, toboganes espiralados y temibles tornados, huracán gris, desgastado...
Sinuosa y sensual, abre los ojos y por un instante se hace luna.
Me abraza con sus látigos y vitales enredaderas.
Me habla de lejanos ayeres.
Duermo en ella.
Con ella.
Ella.
Bella.
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