sábado, 25 de abril de 2009

sábado, 18 de abril de 2009

No- título


... y entonces caí a la Nada.
Sin nada,
de nada
y repleto de cosas que, a la larga,
no son nada ni mucho menos que nada,
quizás un poco más que nada,
pero en definitiva nada.
No- triste, no- alegre
No- lleno, no- vacío.

Nada de nada.

Y si empezáramos a buscar
nada hallaríamos
porque no hay en este mundo que se me vino
una Nada creadora.
Estoy en un cruce de caminos (para nada mal)
Fuera del mundo habitable
Dentro de nada y asomándome a ninguna parte
No- estoy (pero no estoy mal).

Presente en blanco
y ausente de colmillos.

¿Más?

Las existencias nadan en la nada.

lunes, 13 de abril de 2009

Soledades profesionales

Hoy pasé por una peluquería y no había nadie.
Es decir, nadie excepto el peluquero, quien leía una revista fingiendo despreocupación.

Esperaba.
Esperaba.
(Y todavía y siempre esperando, diría Girondo).

No es que me haya quedado en la puerta del negocio, hostigando al peluquero con mi mirada desprovista de parpadeos, para ver qué hacía, que no hacía, y para registrar minuciosamente todo nimio detalle, como la venita que se le notaba en su ojo izquierdo o el pelo que le salía de la nariz. Para ser fiel a la verdad, lo vi durante tres segundos. Pero esa ráfaga de espacio- tiempo me bastó para sentirlo anhelante de cabellos que cortar, teñir o arreglar.

Me hizo acordar al Observador de Estrellas. Lo conocimos una noche azul, cuando nos invitó a habitar, por 20 minutos, su Semi- Esfera Giratoria Localizadora de Cuerpos Celestes.
Hablaba en el lenguaje de los científicos, a veces resbalaba en su decir, perdido en la compleja certeza del cálculo matemático. Nos enseñó estrellas brillantes, y gracias a él pudimos contemplar al maléfico padre Cronos: no es tan severo como dicen.

El Observador de Estrellas pasa las noches mirando por un telescopio. Sus únicas compañías: ruleros estelares y aparatos astronómicos.
El peluquero ve pasar el tiempo hojeando revistas. Sus únicos clientes: los que distan a años luz de aparecer.

Y los pienso
y no puedo
porque ellos
y yo nunca
pero ellos nada
y de nuevo yo
más aún que ellos
pero ellos tan distantes entre sí,
tan foráneos el uno del otro
y
aún así,
tan
(pero tan)
parecidos en sus soledades....

miércoles, 8 de abril de 2009

La Señora Creyente

Las manos se golpearon la una a la otra en un afán por conseguir un potencial oyente.

Me asomé desde mi patio, inclinando la cabeza hacia la izquierda groseramente, a fin de poder ver quién había solicitado mi presencia (o no).
Era una señora, rubia modesta, acompañada de un infeliz muchacho, estatua viviente.

—Buenas tardes, queríamos hacerte una invitación.— balbuceó la Doña, mientras su mano derecha ofrecía un panfleto pequeño y todo anaranjado.
Durante una milésima de segundo, dudé entre aparentar sordera o idiotez a fin de volver a lo que estaba haciendo antes de que sonaran esas manos implorantes, o ir y rechazar, todo de modo muy cortés, la invitación (a lo que fuera).

Me decidí por esto último.

Mientras avanzaba por el pasillo que hacía de puente entre la señora, la estatua pre- adolescente y yo, conjeturé las múltiples posibilidades. "¿Invitación a qué? ¿Al delirio, onda Galeano? ¿Al suicidio en masa? ¿A una orgía? ¿A afiliarme al Partido de la Que Está a la Vuelta de la Esquina, bajo condición de apagar mi celular para no ser descubierto? ¿A escupir la vereda del vecino? ¿A una campaña anti- dengue? ¿A hacer una barricada por el sólo hecho de hacer una barricada?"

Nada de eso. El panfleto contenía una viva imagen de alguien con un cáliz y un semblante de sufrimiento: sí, era una invitación para ir a la iglesia.

—Para Semana Santa hacemos varias misas, además mañana hay una charla sobre la importancia de la Palabra de Dios en estos días y también bla bla bla...— me comentó la Señora, orgullosa del amplio repertorio de información que manejaba. En tanto el niño- estatua se limitaba a mirarme, como quien mira un pedazo de adoquín en el suelo.

Una vez finalizada su mini exposición acerca del pecado y la muerte y la resurrección, me apuré a cortar toda posibilidad de renovar el diálogo, pero siempre de modo muy elegante.

—Le agradezco su invitación.— susurré, articulando una sonrisa con hilos invisibles.
—Me gustaría que fueras. Porque además es para toda la familia. Bueno, hasta luego y muchas gracias.— finalizó la mujer.

Y fue entonces que se le escapó. Sus ojos marrones me hablaron.
Fue como si dos pequeños duendes se asomaran desde el fondo, llorando, acurrucándose en las pupilas.
En un mutuo acuerdo, ambos ojos imploraron al unísono:

—Creéme, por favor, por tu bien, tenés que creerme.

Y la Señora se fue, llevándose a su insípido acompañante y acomodando más volantes en sus manos.

Contra toda evidencia, aquélla era una mujer de mármol. Estaba tan adoctrinada que ni siquiera sus duendes saltarines y pegajosos podían llegar a escaparse de sus creencias, aunque sea para jugar un poco. Esa mirada de arcilla (que me mostró sin darse cuenta siquiera) era la viva evidencia del poder de la repetición.
Cada mínimo gesto de esa Señora estaba supeditado a lo que, dicen, le pasó al hijo de un carpintero en la Palestina de hace 2 mil años.

Quién sabe.
Tal vez hasta la mirada se haya convertido en una instancia más en donde ejercer el dominio.

sábado, 4 de abril de 2009

Identidad II

Soy la burbuja suicida que sube por el vaso.

Soy la espuma ignorada
desparramada en las mesas de bar
que serpentea hasta las oscuridades del alma.

Soy ese fantasma que se escurre entre los grupos de gente
aquél que se invisibiliza
ante las noches livianas
y las conversaciones protocolares.

Soy el que sabe más de lo que aparenta.
(el de la mirada acuosa
y la voz perezosa).
Soy un buceador con ojos de fuego hacia adentro.

Acostumbro a digerir las voracidades ajenas
y me fascina sondear cualquier abismo.
Pero no me gusta quedarme en ellos.

Soy sólo un gota más en este vasto Océano.
Soy sólo una gota más en este vasto.
Soy sólo una gota más en este.
Soy sólo una gota más en.
Soy sólo una gota más.
Soy sólo una gota.
Soy sólo una.
Soy sólo.
Soy.

Yo Soy Hoy.

viernes, 3 de abril de 2009

Aforismo revelado oníricamente


... no se está nunca a la deriva
cuando se navega en un Océano de Amor...