miércoles, 3 de enero de 2007

Es bastante cómodo hacer esto. Me encuentro saboreando limones regalados al viento, mientras me hamaco y contemplo la lentitud del desenvolvimiento de todo lo bueno.
Siento que nada puede sobresaltarme ahora. Soy parte de todo, y todo es parte de mí.
Puedo detectar hasta el más mínimo movimiento, e incluso creo percibir los pensamientos de los pájaros por las penumbras del asombro.
No estoy en yo. Estoy en otra ciudad.
Pero aún así, nada puede lastimarme.
A continuación, desde lo hondo hasta lo elevado, palabras esdrújulas acompañan mis manos por la senda del empresariado.
Así que basta.

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