domingo, 1 de abril de 2007

Santafesinidad

De vez en cuando pasa.
Las cosas se salen de control.

Se desbordan las calles, las pequeñas cotidianeidades caen como la arena
y el agua se lo lleva todo.

Los santafesinos sabemos de esto.
Nos aterra la histórica maldición
de los ríos que nos acunan, pero que de vez en vez se revuelven contra nosotros, hijos e hijas indómitos de atardecer.

Desde que estábamos en Cayastá que nos viene pasando. Nos mudamos, y nada cambió.

Esta vez no fue el río. Fue el cielo. Fue el Niño. Fue la lluvia. Llovió como nunca había llovido en más de 100 años.


Las calles devinieron ríos, se borraron las veredas de la existencia, y salieron a flote horrores colectivos y desesperaciones compartidas socialmente: la página más triste de nuestra Historia nos envió un memo macabro.

Botes, canoas, piraguas. Pies mojados, descalzos. Falta de luz, de comida, frío. Cielo y humor gris, nubes cargadas de insultos, pobres intervenciones estatales, desbordes de arroyos pero también de solidaridad...

Ropa, colchones, alimentos no perecederos. Estomacales y bizarras imágenes.




No tengo ganas de sonreír. Nadie la tiene. Hoy por hoy, es difícil. Todo es demasiado inseguro. Pero hay algo que, si a los porcentajes y números hemos de creerles, es 100% seguro.

Fotos robadas al Diario El Litoral y a mi hermana.

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