lunes, 2 de junio de 2014

Pollo asado

Detener el diálogo interno
dejar de etiquetar la luz,
la presencia,
con cuadraditos transparentes
que describen lo que tocan.

Esperar sin esperar,
estar lleno de vacío y
hecho unoconelpaisaje...


Este verano me enseñó a precipitarme, de cabeza, a la sugerencia del instinto.

Fue mandarme nomás averquesale, una escapada improvisada. Fue la caravana celestial
repetida acá abajo.
Una orden emitida desde otro lugar, un mandato físico de ir allá y no para aquel otro lado.

La sensación de estar llenando un lugar, un aplomo en la geografía del camino.

El proyectarse desde el amor.

Respirar y nada más.

Sucumbiendo ante lo inevitable, en ese lugar encontré la reciprocidad de los caminos y las cosas, y sobre todo entendí la necesidad imperiosa de avanzar con confianza,
obligando al mundo a reordenar los elementos
como con el filo de una navaja.






[Un pollito asado y un '¡chaaauuu en este viaje están pasando cosas copadas!']


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