
Y así estamos
empapados de color,
entre sabores de altar y vino.
Desplazándonos por hondos azules y espejos,
derramando dientes onomásticos,
y materializando cristales nebulosos.
Estrechamente reverenciales...
Nos miramos
y no podemos dejar de preguntarnos
sobre el Misterio de la Existencia...